“Usted la hace”: María Sorté recuerda cómo Cantinflas le dio un papel en El barrendero pese a estar embarazada

Escrito el 21/04/2025
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Este 20 de abril se conmemoran 32 años de la partida de Mario Moreno “Cantinflas”, y en medio de los recuerdos que resurgen sobre su legado, la actriz camarguense María Sorté compartió una anécdota que revela la generosidad y calidez humana del ícono de la comedia mexicana.

Corría el año 1981 y Sorté, aún en el inicio de su carrera actoral, recibió una oportunidad que muchos consideraban un privilegio: trabajar al lado del legendario “Mimo de México” en El barrendero, la que sería la última película protagonizada por Cantinflas. Sin embargo, poco después de recibir el libreto, María descubrió que estaba embarazada de su segundo hijo —ni más ni menos que Omar García Harfuch, quien más tarde sería secretario de Seguridad Pública Federal.

Consciente de que su estado podría costarle el papel, y fiel a su honestidad, decidió hablar directamente con Mario Moreno. Entró en su oficina dispuesta a renunciar antes de empezar, pensando que él no querría trabajar con una actriz embarazada. Al dejar el guion sobre el escritorio, le explicó que no podía aceptar el proyecto.

La respuesta de Cantinflas fue tan sencilla como memorable. Le preguntó si subiría mucho de peso, a lo que María respondió que no, ya que tenía experiencia previa. Entonces, él sonrió y dijo: “Usted la hace”. Así, sin mayor complicación, le otorgó el papel de “Chepina”, una empleada doméstica que aparece en varias escenas del filme.

El vestuario ayudó a disimular su embarazo, aunque en algunas tomas ya era evidente. Para Sorté, aquella decisión fue más que un gesto de apoyo laboral; fue un acto de humanidad que marcó su vida personal y profesional. “Tuve la suerte de trabajar embarazada gracias a Cantinflas”, confesó, haciendo un guiño a su apellido artístico, el cual —según ha explicado— proviene de la palabra italiana sorte, que significa precisamente eso: suerte.

Hoy, al recordar a Mario Moreno, no sólo se le reconoce por su genio humorístico y su legado en el cine, sino también por esos gestos que lo convirtieron en una figura entrañable dentro y fuera de los reflectores.