¡Una vida plena! Doña Benita, la chihuahuense que celebra su cumpleaños 104

Escrito el 26/03/2025
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Benita Olivas de Rodríguez nació un 21 de marzo de 1921 en Santa María del Oro, Durango, y hoy, a sus 104 años, sigue disfrutando de una salud admirable. Celebró su cumpleaños rodeada de sus hijos, nietos y bisnietos, disfrutando de su familia y de una vida plena que ha superado más de un siglo de cambios.

Pocas personas tienen el privilegio de alcanzar los tres dígitos de edad, y aún menos lo hacen manteniendo su lucidez y vitalidad. A pesar de que su oído ya no es tan agudo, Doña Benita conserva una mente brillante, con una sonrisa que refleja su amabilidad y buen humor.

Recuerda con cariño su infancia, aunque fue marcada por la pérdida de sus padres y hermano a una edad temprana. A los 9 años quedó huérfana y fue criada por su vecina, la señora Dora Franco, quien la adoptó como hija y se convirtió en la madrina de los diez hijos que tuvo con su esposo, Rafael Rodríguez. Con él, Benita se trasladó a Santa Bárbara, Chihuahua, y más tarde a Parral, donde vivieron hasta 1976.

Fue en ese año cuando, tras recibir un pago en la mina de su esposo, decidieron mudarse a Chihuahua capital. Aunque su marido dudaba de la decisión, Benita confió en que Dios proveería, y así lo hizo, pues se quedaron en la ciudad y prosperaron. Para ayudar a la economía familiar, Benita comenzó a vender ropa y, además, aprovechó su cercanía con el Tecnológico de Monterrey y la UACH para rentar parte de su casa a estudiantes foráneos, a quienes siempre acogía como parte de su familia.

A lo largo de su vida, Doña Benita inculcó en sus hijos la importancia de la educación. A su hija Irene, quien actualmente la cuida, le decía: “Estudia lo que sea, mañana me lo agradecerás”. Y esa sabiduría, que parecía una profecía, hoy se refleja en el éxito de sus hijos.

A pesar de su avanzada edad, Benita sigue siendo una mujer activa. Aún tiende su cama, se cuida sola, y le gusta ayudar a sus hijas en la cocina. Disfruta de la jardinería, regando sus plantas a las que canta y les habla con cariño. Su filosofía de vida es clara: “Siempre hay algo que hacer para no pensar en morirse”, dice, mientras amasa tortillas o prepara chiles.

En cuanto a su longevidad, Benita cree que no hay un secreto único, pero menciona la importancia de la comida casera y saludable que le daban desde pequeña: leche de vaca, carne y huevos frescos. A pesar de ser una amante de los dulces, su salud es envidiable. No se estresa con las noticias ni se deja consumir por el mundo exterior; prefiere mantenerse alejada del bullicio y centrarse en su familia y su hogar.

A lo largo de su vida, ha sido testigo de grandes cambios en el mundo, desde el Papa Benedicto XV hasta el Papa Francisco, pasando por la caída del Muro de Berlín y las Torres Gemelas. Ha visto gobernar a 20 presidentes en México y es una inspiración para todos aquellos que tienen la suerte de conocerla.

Doña Benita, con sus 10 hijos, 20 bisnietos y su espíritu incansable, continúa siendo un ejemplo de amor, humildad y paz. Con su bendición y su vida llena de amor, transmite un mensaje claro: la felicidad está en los pequeños detalles y en el cariño que se da a los demás.

Sin duda, Doña Benita es un testimonio vivo de lo que significa tener una vida llena de propósito, rodeada de seres queridos y con un corazón lleno de gratitud.